Por Franky Tortosa
Ya ha pasado San Valentín, un año más entre la
ilusión de quienes lo viven con pasión y la desgana y pasividad de los que como
yo, no tienen con quien ser cursi, aunque no por falta de ganas claro. La
ausencia de alguien a quien regalar rosas, me ha llevado a pensar en lo curioso
que resulta que el mundo del motor y las parejas, no siempre se lleven
demasiado bien.
                -Cariño,
¿Vamos a tomar algo?
                -Hay
carrera ahora, vamos más tarde mejor ¿Vale?
Este
sencillo diálogo, imaginario por supuesto (…), es ejemplo significativo del que
se repite en miles de hogares los domingos al medio día desde marzo hasta
octubre. Supongo que habrá por ahí extrañas parejas que compartan el gusto
mutuo por el incesante dar vueltas a un circuito, pero esas parejas, aunque sea
sólo por pura envidia, no van a tener hueco en estas líneas. No, este artículo
va dirigido a aquellas parejas que aun queriéndose, incluso siendo felices, los
domingos se convierten en desconocidos, cada uno en una habitación y cada uno
en una televisión. Unos porque no aguantan algo tan aburrido como una carrera,
y otros porque no entienden cómo es mejor ver Cazamariposas o Corazón,
Corazón.
Habréis
observado que estoy intentando ser bastante neutro a la hora de dirigirme a
algún género en concreto, que hoy en día este tema es muy sensible, y no
quisiera herir susceptibilidades, puesto que se darán casos en ambos sexos.  Lo más llamativo de esto, es que ambos bandos,
intenta reclutar para sí al “enemigo”, esgrimiendo sus razones y argumentos
para desbancar al otro, y luchar a muerte por la supremacía reflejada en la
victoria que supone poder ver el programa elegido en la televisión grande del
salón.
                -De
verdad no puedo entender cómo te gusta esto, si no hacen nada, sólo dan
vueltas, no se adelantan ni nada y además las carreras son muy largas, me
aburro.
                -Y
yo no entiendo cómo puedes ver esos programas de corazón, son de cotilleo, ni
que te interesase la vida de los demás…
Es
la guerra, en casa, pero la guerra. Una guerra con un solo derrotado, el amor
al deporte del motor, porque seamos sinceros, los que amamos este deporte,
nunca lograremos entender cómo puede haber gente que no entienda la emoción que
supone ver a 20 coches dar vueltas, a veces sin adelantarse, es verdad, pero
que nos supone 2 horas de desconexión de todo.
El
caso es que, por mucho que se diga, se intente, se pruebe, se luche y se
maldiga, nunca o casi nunca podremos convencer al “enemigo”, hay que ser
realista, la mayoría vamos teniendo una edad, y nos cuesta cambiar e incluso a
veces entender a los demás. Cómo mucho, podemos hacer un pequeño acercamiento
solidario, por puro interés en los gustos de tu media naranja, y casi siempre
ese acercamiento acaba con algo parecido a:
                -¿Cómo
va Alonso? Es ese de rojo ¿No?
                -Está
remontando, ¡menudo carrerón!
                Así
que resumiendo, existe el amor, existe el amor al motor, y en extraordinarios
casos, son combinables. Pero si os ha pasado cómo a mi, y los domingos al
mediodía os convertís de repente en una especie de preso solitario recluido en
la tele de la habitación viendo carreras aburridas, no os preocupéis, no estáis
solos, somos legión. Y si queremos compartirlo con nuestras parejas, no queda
otro remedio que esperar a que Telecinco
se decida a comprar lo que queda de Marussia
y pongan a Belén Esteban al volante,
entonces si, los dos disfrutaremos sentados juntos en el sofá. La televisión
del salón será por fin, portadora de un tratado de paz.
Sígueme en @yofuigm. Podrás seguir toda la actualidad del motor en @RespirasMotor.


 
No hay comentarios:
Publicar un comentario